Estaba a punto de dormirme cuando un fuerte ruido me hizo perder el sueño. Me senté en la cama y no veía absolutamente nada, así que a tientas empecé a buscar el interruptor de la luz. Lo encontré y la encendí, todo era calma, todo seguía igual, así que volví a costarme y tratar de dormir. Pero fue inútil. Algo había afuera, algo que reflejaba la luz de un lejano poste y la dirigía justo a mi cara. Esta vez no encendí la luz, sólo me levanté y me asomé por la ventana. Pude ver que había algo grande en el patio de mi casa, era como de metal y muy brillante. Sin darle importancia volví a acostarme, pero la curiosidad fue más fuerte. Otra vez me levanté y fui a ver qué era esa cosa tan grande.
Cuando salí al patio casi me congelé, hacía mucho frío y al tocar esa cosa, estaba tan helada que llegaba a quemar. Después de un rato de dar vueltas mirando ese gran objeto, descubrí que tenía una puerta, y como soy tan curioso, la abrí.
Grande fue mi sorpresa cuando de la puerta salió un resplandor cegador y un agradable calor. Entré. Ví que tenía un cómodo asiento, pantallas por todas partes y muchos botones, tantos que, sin poder controlarlo, mi dedo apretó uno de ellos.No sé qué pasó, pero esta máquina comenzó a girar muy, muy rápido, pero por pocos segundos, y cuando paró quedé muy mareado y seguía dando vueltas hasta que, con un fuerte golpe, caí al suelo. La máquina, que para mi se seguía moviendo, por fin se había detenido.
Salí y pude ver que seguía en el patio de mi casa, pero algo había cambiado en ella, al pasto estaba seco, la pintura se había caído en algunas partes, parecía que mucho tiempo hubiera pasado sobre ella, y eso era, porque después ví a unas personas y me di cuenta que eran mis padres, sus cabellos estaban blancos y su piel caía por sus cuerpos llena de arrugas.
Una gran nostalgia me invadió al saber que mi maldita curiosidad me había llevado a pasar de largo una gran parte de mi vida, pero no importó, porque gracias a esta curiosidad pude darme cuenta que era posible viajar en el tiempo gracias a la máquina que había caído en el patio de mi casa.
Entusiasmado por esta situación, quise entrar a la casa para ver si había cambiado algo más o estaba igual que en el pasado, bueno, en mi época.
Al entrar noté que todo, todo, todo había cambiado… y mucho. Las cosas ahora funcionaban con sólo apretar un botón. Todo estaba silencioso, de pronto me llevé un tremendo susto cuando ví que detrás de mí había un robot, medía cerca de dos metros, era de un material bien extraño, medio rojizo y con algo de verde, en el lugar de los ojos tenía un rectángulo negro como una pantalla, y, en vez de pies, tenía unas ruedas como máquina aplanadora. De nuevo estaban ahí esas personas, vestidas de una forma muy rara, con muchos colores metálicos y de zapatos usaban unas cosas como patines, pero más modernos, obvio. Me escondí para que no me fueran a ver. Hubo un momento en que se acercaron mucho y aún así no me vieron, pero yo sí que los ví muy bien a ellos. Me di cuenta que no eran mis padres, ¡era yo!, me había casado y ahora estaba junto a mi esposa viviendo mis momentos de anciano.
Fue terrible verme así, y de la pura impresión, sin darme cuenta, dejé escapar un leve grito, lo que hizo que mi yo del futuro y su esposa guardaran silencio. El robot, que estaba haciendo el aseo, se quedó quieto, giró su cabeza y logró verme, pero no sé cómo, a lo mejor tenía ojos ultra poderosos para ver a través de las cosas. Se dirigió hacia mi, me tomó de un pie (creo que mi yo futurista y su esposa no me vieron) y me llevó al patio. Yo iba colgando al revés pero igual me daba cuenta de lo que había a mi alrededor, y en cuanto salimos, miré hacia todos lados y por suerte la máquina del tiempo seguía ahí. De repente aterricé con la cabeza n el suelo, el robot entró a la casa y yo, rápidamente, corrí a la máquina, entré, cerré la puerta y me ví en un gran problema. Había logrado viajar al futuro a causa de mi curiosidad y ahora no sabía cómo volver al tiempo normal de mi verdadera vida. Me relajé y me dejé guiar por la intuición, apreté un botón, la máquina comenzó a girar, esta vez me afirmé para no caer. Cuando se detuvo, abrí la puerta y salí, noté que los autos, el paisaje, las personas, todo era igual a como lo había visto en películas antiguas. Había viajado al pasado.